El efecto conocido
como cross-transfer of the strength, cross-education o contralateral strength
training effect fue ya descrito hace más de cien años (Gabriel 2006, Munn 2004). El concepto
es sencillo, el entrenamiento en una extremidad (brazo o pierna) tiene un
efecto positivo en la misma extremidad contralateral. A priori, parece simple,
pero curiosamente, no es uno de los efectos más utilizados en el entrenamiento,
readaptación y rehabilitación, aunque ha sido recomendado como terapia efectiva
(Magnus 2013, Hendy 2012). Este
conocido fenómeno no se limita sólo a las manifestaciones condicionales como la
fuerza o la resistencia muscular, sino también al aprendizaje motor (Kohl and Roenker 1980, Kohl and
Roenker 1992).
¿Cómo se produce?
De inicio, diversos
estudios confirman que no se producen cambios a nivel morfológico (Munn 2005, Zhou 2000), con lo que
podemos esperar cambios a nivel del córtex, espinales o en la unidad motora. Una
de las hipótesis con las que se ha trabajado es que el trabajo contralateral
produce un efecto positivo debido a la contracción para estabilizar el
equilibrio corporal que se produce en el otro segmento (Hellebrandt 1947). Este entrenamiento produce
cambios importantes en la EMG (electromiografía) de la extremidad no entrenada,
indicando que hay un mayor reclutamiento a nivel periférico. Gabriel et alter relatan
una mejora en el UFR (motor unit firing rate) similar en los lados ipsilateral
y contralateral. En el plano de la coordinación intermuscular encontramos
algunos resultados importantes. El entrenamiento cruzado nos lleva también a
una reducción de la contracción de la musculatura antagonista, señalando que se
produce el mecanismo de inhibición recíproca de manera cruzada (Gabriel 2006). Un mecanismo similar ya había
sido descrito hace unos años, cuando se demostró que la contracción de un grupo
muscular podía facilitarse mediante la relajación del antagonista contralateral
(Morris 1974).
A nivel humoral ya se ha demostrado que no existen cambios durante este tipo de
entrenamiento (Yue and Cole 1992). En el sistema nervioso central
se observa actividad en el córtex contralateral con el entrenamiento unilateral
(Kristera 1991). Incluso el entrenamiento
imaginado puede llegar a desarrollar la fuerza contralateral, aprovechando este
efecto en el SNC (Yue and Cole 1992). Kohl y Roenker ya demostraron
en sus experimentos efectos similares entre el entrenamiento físico y la práctica
mental, mientras que describieron una mejor evolución combinando los dos tipos
de entrenamiento (Kohl and Roenker 1980, Kohl and Roenker 1992). Como veremos
en seguida, la electroestimulación también es capaz de producir cambios, por lo
que la voluntariedad de la contracción no es el único factor y añadiríamos
también mecanismos espinales (Munn 2004, S. e. Zhou 2002). Oliveira et
alter demostraron mejora en reacciones neuromusculares tras un entrenamiento
contralateral, reforzando así la hipótesis de reacción autónoma.
¿Qué tamaño del
efecto podemos esperar?
Varios autores han
estudiado el tamaño del efecto. En uno de los estudios màs antiguos, Shaver ya
constató pequeñas mejoras, 4,4% contralateral y 17,8% ipsilateral con un
entrenamiento que ha sido bastante reproducido de tres sesiones semanales
durante seis semanas (Shaver 1970).
Otros estudios han descrito mejoras de 2,7 a 21,6%. De los estudios citados,
quizás el meta-análisis de Munn et alter es el más completo, indicando que el
efecto esperado es de 7,8%, i un 35% respecto al miembro entrenado (Munn 2004).
Parece generalizada la opinión de que podemos obtener pequeñas mejoras –menores
de un 10%-, aunque el efecto es consistente entre extremidades, sujetos y
condiciones (Carroll 2006, Munn 2004). Hay
diferencias también en los resultados según las manifestaciones de la fuerza.
Adamson et alter estudian tanto el pico de fuerza isométrico, el RFD (rate of
force development) y la 1RM (repetición máxima). Encuentran parecidas mejoras
en el pico de fuerza isométrico en ambas extremidades (ipsilateral: 37%,
contralateral: 35%), y resultados parecidos en el RFD. En cambio en la 1RM si
se observan grandes diferencias 79% vs. 9%, indicando que a un nivel más
funcional, la adaptación parece –proporcionalmente- menor (Adamson 2008).
¿Qué tipo de
entrenamiento es más efectivo?
Es importante comentar
en este punto que manifestaciones menos funcionales a nivel deportivo son las
que más se mantienen, por lo que podemos predecir que vamos a poder trabajar
sobre manifestaciones generales de la fuerza más que sobre manifestaciones
específicas, aunque no deben ser descartadas, ya que como veremos a
continuación, van a tener su efecto. Kohl y Roenker observan que el aprendizaje
de una tarea específica puede ser transferida contralateralmente, muy por
encima del entrenamiento de tareas manuales inespecíficas. En esta línea Zhou
apunta que no conocemos el efecto funcional de esas mejoras contralaterales,
aunque señala que hay mejoras de 11% más si ese entrenamiento se realiza a
altas velocidades (Zhou 2000). Así mismo,
cree que la mejora contralateral depende de la magnitud ipsilateral. Munn et
alter no encuentran mejoras con 1 serie de 6-8 reps durante 6 semanas a
velocidad baja, mientras que con 3 series si existe una mejora del 7% y hasta un
12% cuando ese trabajo es de alta velocidad (Munn 2005).
Incluso el entrenamiento con la resistencia progresiva de las bandas elásticas
produce un efecto similar (Kordosi 2014). No parece claro si el
entrenamiento isométrico tiene un efecto mayor (Munn 2004),
aunque Gabriel et alter se decantan por el entrenamiento dinámico (Gabriel 2006). Como ya apuntaba antes, el
entrenamiento isométrico tiene efectos observables, como constató ya Shaver en
1974 donde encontró mejoras constantes en la fuerza estática a lo largo de un
rango de cuatro cargas, pero no en la endurance muscular, que respondió mejor
al entrenamiento con cargas bajas. Zhou et alter encuentran mejoras del 21,1% y
21,4% en entrenamiento de electroestimulación y isométrico en el segmento
contralateral, mientras que no observaron diferencias con el trabajo
isocinético, reforzando la hipótesis que la velocidad es fundamental en el trabajo
(S. e. Zhou 2002). Diversos autores señalan el
efecto mayor del entrenamiento excéntrico, aunque comentan que es un
inconveniente el hecho que produzca dolor muscular posterior (Gabriel 2006). La electroestimulación también
solicita ese mismo efecto, confirmando la hipótesis que el efecto periférico i/o
autónomo existe (Munn 2004, Gabriel 2006). Parece que
tanto en la extremidad superior como en la inferior, el efecto es similar (Munn 2004, Gabriel 2006). En cuanto a
el tipo de musculatura, parece que la musculatura mayor genera un efecto
relativo también mayor (Munn 2004).
Finalmente también se ha estudiado el efecto con entrenamiento con vibraciones
(WBV). Parece que el WBV también es efectivo, aunque sólo a altas frecuencias
(>50 Hz), ya que a frecuencias inferiores no ha mostrado mejoras respecto al
entrenamiento de fuerza convencional (Marin 2014, Goodwill and Kidgell 2012).
¿Qué efectos
produce?
Como hemos
comentado, no hay cambios morfológicos, aunque puede ayudar a nivel clínico a
mejorar la simetría funcional en extremidades lesionadas o disfuncionales (Farthing and Zehr 2014). Su efecto
sobre la fuerza dinámica e isométrica parece incontestable, con la magnitud y
condicionantes que ya he explicado. Uno de los efectos asociados importantes es
la mejora en el equilibrio cuando trabajamos con las extremidades inferiores (Mastalez
2010, Kordosi 2014, Oliveira 2013). Cuando se
trabaja con cierta velocidad parece que la fuerza explosiva también es
susceptible al entrenamiento contralateral (Kordosi 2014, Gabriel 2006, S. Zhou 2000, Munn 2005). Aunque
funcionalmente hay algo de discusión, parece que el hecho de implicar diversas
estructuras implicadas en la contracción muscular y que con el entrenamiento de
fuerza se mejore manifestaciones rápidas como el salto (Kordosi 2014), o aprendizajes de tareas
manuales (Kohl and Roenker 1980), indica una
posibilidad real de transferencia del movimiento funcional. Un último efecto
menos comprobado es el que relatan Magnus et alter cuando constataron incluso
mejoras en el ROM en un entorno de rehabilitación.
En conclusión …
1.
el
efecto contralateral del entrenamiento de la fuerza es un efecto sólido, y
aunque no sea muy grande comparado con el beneficio de la extremidad
ipsilateral, es importante
2.
debe
utilizarse en rehabilitación para prevenir la atrofia muscular o potenciar el
entrenamiento de una extremidad con limitación funcional
3.
mejor
trabajar con alta velocidad y mínimo 3 series de 6-8 repeticiones durante 4-6
semanas
4.
la
fuerza, la fuerza isométrica, la fuerza explosiva y la resistencia muscular se
mejoran con este tipo de entrenamiento
5.
podemos
incorporar el entrenamiento imaginado para potenciar el efecto del
entrenamiento contralateral
6.
las WBV
i la electroestimulación pueden ser aliados al entrenamiento contralateral
dinámico
7.
aunque
no va a ser el efecto más profundo, podemos trabajar funcional y
específicamente, incluso incluir nuevos aprendizajes, especialmente cuando la
otra extremidad está imposibilitada
8.
uno de
los efectos que debemos aprovechar para potenciar el entrenamiento es el de
inhibición recíproca contralateral
9.
en
deportistas plenamente funcionales, podemos entrenar lateralmente para promover
la simetría
10. en el fenómeno parecen implicados el SNC, el
SNA y la UM, lo que nos permite una amplitud de metodologías de trabajo
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